Si hablamos de la “ley Campoamor” quizá no identifiquemos con facilidad a qué nos estamos refiriendo, pero si añado que “todo es según el cristal con que se mira”, eso ya nos suena más. Ver el mundo desde mi óptica y a través de mi “cristal” personal y de ahí sacar conclusiones, muchas veces poco objetivas e interesadas, es aplicar la ley Campoamor refiriéndose a un poema del poeta Ramón de Campoamor.
Aunque habitualmente aplicamos esta ley en nuestra vida, hoy quiero referirme a la generalización que solemos hacer sobre la adolescencia y la juventud y que no es algo nuevo, ya el filósofo Aristóteles en el s.IV a.C decía: “los jóvenes de hoy no tienen control y están siempre de mal humor. Han perdido el respeto a los mayores, no saben lo que es la educación y carecen de toda moral”. ¿Suena antiguo o algo parecido se escucha decir muchas veces ahora?
Las personas adolescentes/jóvenes, por su proceso de maduración natural (recordemos que no son adultos y por eso están todavía desarrollándose tanto física como psicológicamente), suelen tener comportamientos inmaduros. Parafraseando al psicopedagogo Javier Valverde “se sienten el centro del mundo, son imaginativos y se creen invulnerables”. La centralidad de la vida está en si mismos y lo importante es el presente. Las emociones son su guía para el comportamiento. Por eso realizan conductas de riesgo, porque en este momento vital creen que no les va a pasar nada, que todo es trascendental y no puede esperar a mañana. En relación al consumo de drogas esto es un factor de riesgo, pues al creerse invulnerables piensan que están «inmunizados/as» ante el consumo de alcohol y otras drogas o estar horas jugando online.
Aunque estas son características generales de la adolescencia/juventud, no todas las personas adolescentes/jóvenes actúan de igual forma, por lo que hay que desmontar el mito de que todos los adolescentes/jóvenes se comportan y sienten igual y, ni mucho menos, todos están consumiendo alcohol y otras drogas o teniendo otras conductas de riesgo. Lo que es cierto es que pasan por un proceso de maduración vital, pero cada persona lo gestiona como puede y sabe, añadiendo la influencia de su entorno tanto familiar como social.
Por todo lo dicho, a la hora de tratar con adolescentes o jóvenes es necesario intentar mirar la vida desde su “cristal”, es decir desarrollar nuestra capacidad de empatía. No me refiero a estar de acuerdo o aceptar lo que ven pero, y en palabras de Jaume Funes, «No podremos intervenir con adolescentes/jóvenes sino somos capaces de mirar el mundo a través de sus ojos». Porque si no, no los entenderemos y no los sabremos acompañar en su proceso de maduración. Si los entendemos, sabremos que actuar de manera permisiva o autoritaria no les ayudará, necesitan normas, límites y consecuencias, pero también valoración, afecto, comprensión y confianza. Sería bueno abandonar la comodidad de nuestras creencias predeterminadas de cómo son o deben ser las cosas, de cómo era yo a su edad,… y ocupémonos en formarnos e interesarnos por cómo son realmente y qué dificultades tenemos para llegar realmente hasta nuestros adolescentes/jóvenes.
Por si os ayuda os dejo un video sobre el pensamiento adolescente de Javier Valverde
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